Con cada segundo que pasa me voy dando cuenta de que soy un peón más en este juego, en el que no he de ganar nunca.
El dolor que siento dentro mío no lo conoce nadie. Nadie sabe cuánto estoy perdiendo a cada segundo, y sé que poco a poco la vida se me esta yendo; aunque me vea reflejada con una vaga sonrisa, lo único que expresa es el gran vacio que siento.
Siento que pierdo la batalla, cada vez se vuelve más difícil luchar contra tí en mi soledad. Es este mundo el que me obliga a hacer cosas que no debo, sé que no soy lo suficientemente capaz de rebelarme contra él, no soy capaz de deshacerme de su enfermizo yugo, soy débil lo debo admitir.
Muchas veces pensamos que lo único que importa es ganar pero cuando lo logramos no volteamos para ver lo mucho que dejamos atrás, lo mucho que perdimos por la simple satisfacción de un vano triunfo que durará menos de lo que se espera.
Y ahora debo preguntarme a mi misma, ¿Relamente deseo continuar con esto?
